Me he percatado de un tuit, de un político que reconozco como inteligente. Daré sus iniciales solamente (JS), pero él sabrá que me refiero a su persona, si es que en algún momento lee mis palabras.
¿Qué pasa con la “Estrategia de pacifismo, con violencia disruptiva e intimidatoria”? En realidad existe una mecánica para contener a las masas de gentes que no ven y no verán el desarrollo, por estar en el lado del soporte y no del disfrute.
Al parecer, esto ha sido la tónica de los países de Latinoamérica, desde la conquista española y portuguesa; pasando por las intestinas, separatistas y criollas trifulcas por el territorio y la emancipación de los pueblos; llegando a las contemporáneas – sucedidas hace menos de un siglo, por cierto- dictaduras militares.
Esta estrategia que comento, es una práctica que surge del mismo espíritu que ha movido a todas estas etapas de violencia emancipadora y han decantado en lo que reconocemos como democracia: Acciones políticas que no estaban y no están cimentadas por fuertes pilares institucionales, virtudes cívicas que no provienen de un legado ideológico y, lo más complejo, adversarios políticos que se reconocen como enemigos y que han trasladado aquello a su alocuciones, dichos, sentencias, acciones y demostraciones.
Entonces, la violencia se traspasa por el tejido social hacia los grupos de personas de una comunidad dada. En el caso de nuestra sociedad, aquello ya es evidente y solo nos queda entender a qué estamos afectos y qué nos tienen preparado para mantenernos en el mismo lugar donde nos dejaron. En el caso de nuestro tiempo y sociedad, luego que se retirara la hegemonía militar y dejara el andamiaje con el cual hemos debido convivir por 30 años.
De seguro les puedo indicar que: Nos ha llegado el tiempo de la violencia, una defensiva y otra ofensiva. El modelo, en todas sus formas (económico, social, cultural, estratificarío, territorial, civil, dominativo, etc.) impuesto por los otrora triunfadores de la preeminencia castrense ya no se sostiene, y trae consigo una desestructuración que está abriendo las compuertas del conflicto último de la sociedad (desarrollo, superación, disfrute, etc.) sin que el Estado y sus administradores temporales puedan detenerlo.
Sin embargo, está la Estrategia de “pacifismo” con violencia disruptiva e intimidatoria, la cual debe ser localizada y se ha de reconocer a sus ejecutores, para que nos den cierta claridad de las cosas que debemos ajustar; para no convertirnos en los eternos dominados, sin darnos cuenta de la gran mortaja que nos lanzan para mantenernos en su paz.
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