Tras la II Guerra Mundial, debido a las numerosas depresiones mentales en el ejército y a las imágenes de los campos de concentración, se empezó a prestar atención a los sentimientos de los ciudadanos. La oposición que el gobierno había mostrado a las empresas cedió, y aceptó la necesidad de controlar el animal que llevamos dentro, recurriendo a los psicoanalistas que prometían poder controlar esas fuerzas interiores y hacer que los ciudadanos se convenciesen y fuesen unos sólidos defensores de la democracia. Ciudadanos que no cayesen fácilmente presa de las fuerzas interiores que tenían dentro, si es que algún día se desataban. Liderando al movimiento psicoanalista estaba Anna Freud, hija de Freud, que creía que la manera de hacer fuerte al individuo es enseñarle a adaptarse a las reglas de la sociedad. Según ella era inútil cuestionar la realidad que nos rodea, había que formar ciudadanos felices que encontrasen su lugar en la sociedad que les ha tocado vivir.
miércoles, enero 23, 2013
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